lunes, 31 de octubre de 2011

El lugar de siempre

Detrás de los cristales el día se revela apacible, propio de una tarde de finales de verano. Dentro ella sorbe su taza con aire ausente, dirigiendo inquietas miradas a un reloj que se niega a avanzar. Impaciente saca un cuaderno donde anota sin cuidado ni decoro alguno todo el torrente de pasajeros pensamientos que pasan por su mente los cuales carecen de cohesión.

El té esta frío ya, fuera la puesta de sol esta próxima y el cielo empieza a tornarse naranja. La hora esta próxima y la mano le tiembla en las últimas líneas, apenas se distinguen las palabras “le veo acercarse, ya viene…”

No median palabra, ella se levanta y sabe que van al mismo sitio donde pasaron tantas cosas. La fría determinación de su rostro extingue la pequeña llama de esperanza que alberga en su interior. el camino se le hace largo, no tienen cabida ya las bromas o las frases sin sentido que tan felices les habían hecho meses atrás, el muro estaba acabando de resquebrajarse.