Ya había llegado a la playa, contemplaba el acantilado, era algo imponente, majestuoso en tan despejada noche…
Se acercó a él lentamente, había esperado dos años, ¿Qué importaba si se demoraba unos segundos? Recordaba cómo, cuando estaba a punto de acostarse, una súbita inspiración le había hecho salir corriendo de su cama, vestirse apresuradamente y salir a las frías calles de la ciudad en la que vivía con la certeza de haber dado en el clavo esta vez.
Estaba al pie del acantilado, unas palabras que abría deseado olvidar se iluminaron en la dura piedra “Entra mortal, solo hallarás dolor” las grietas de la pared se ensancharon, tenía el hueco justo para pasar y al hacerlo las piedras se volvieron finas cuchillas que rasgaron su piel.
Una vez dentro sólo oía el crepitar de las llamas que ardían en su mano. El interior de la cueva era lúgubre y poco acogedor, se veían múltiples sogas colgando y estacas clavadas por doquier. –Claro.- Pensó, -Instrumentos para hacer daño, para crear dolor, que típico de ellos y que absurdo y anticuado.- Entre ese y otros oscuros pensamientos avanzó por la estrecha gruta.
Un joven que aparentaba no más de quince años le miraba sonriente sentado en un saliente de la pared. Parecía estar esperándole. –Ha pasado mucho tiempo desde la última vez eh.- Dijo el que estaba sentado sin dejar de sonreír, sus ojos verdes atravesaban a su visitante, que por lo que parecía no era inesperado.
Las llamas se avivaron en la mano del recién llegado convirtiéndose su brazo y parte de su cuerpo en fuego, no iba a hablar, sólo quería destrozar a aquel que había hecho lo mismo con su vida y ahora se mofaba de él.
Dónde antes se sentaba el chico ahora había hielo que se movía vida propia… Fuego y hielo chocaron en una dura batalla, al final la llama pudo con el agua, que se evaporo y desapareció…
Y allí se encontraba el torturado hombre que podía convertir su carne en fuego a voluntad, sólo, en medio de la oscuridad, oyendo alejarse la risa de su mortal enemigo.
En el suelo estaba el colgante de su amiga, dos años desde que lo viera por última vez, dos años desde que la viera sonreír, dos años echándola de menos, recordando todos los momentos felices, ahora el colgante del Ying y el Yang que siempre había llevado con ella estaba ante él, como demostrándole que seguía existiendo, pero era inalcanzable para él, el destino había vuelto a burlarse de él…
me gusta, es algo diferente, se sale fuera de tu rutina de reflexiones sobre la vida. has echo cambios en el blog ^^... por cierto... mola la imagen al pie de pagina con la frase ^^... bueno en realidad todo... un cambio repentino pero que te ha quedado muy bien. y bueno, lo que te digo siempre, no dejes de escribir.
ResponderEliminarover the hills and far away
un beso y cuidate =P