Fue con el picador de hielos más suave a los sentidos que jamás conocí.
No hay ningún ruido, la ciudad aún duerme. Todo esta bañado por esa luz diáfana del amanecer. El aire es puro, refresca la mente y estimula los sentidos. Dejas atrás la ciudad y caminas por la arena. El mar esta en calma y ves el reflejo de las olas mecerse en esas pupilas. He aquí el amanecer de los nuevos axiomas que han nacido tras la nueva etapa de lobotomías.
domingo, 28 de octubre de 2012
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