jueves, 30 de diciembre de 2010

Deja caer el velo

Cuz it´s all in your head

Atardecía en Berlín y una familia que visitaba la ciudad decidió tomar un descanso en una concurrida cafetería del centro.
Dentro un hombre de traje daba una charla acerca de su nuevo libro ante un público boquiabierto, había multitud de prensa en la sala que, a empujones, trataban de captar la atención del conferenciante que se limitaba a sonreírles cortésmente. La charla se alargó cerca de media hora más, tras lo que el escritor despareció tras una de las puertas en medio de un sinfín de aplausos.
La familia había conseguido hacerse con un buen sitio y no se encontraban en disposición de volver al hotel pronto, Dalí leía ávidamente la guía de Berlín en busca de lugares importantes que aún no hubieran visitado cuando su hijo pequeño empezó a sacudirle la manga insistentemente, señalándole a un hombre que se estaba despidiendo del dueño del bar –Es él papa, es él...- Repetía sin descanso –El hombre de las fotos.- Y en efecto, allí se encontraba el hombre que había dado la conferencia, ya sin su traje y sin luces. En un primer momento Dalí no le prestó demasiada atención y volvió a su guía, pero mientras lo hacía algo acababa de despertar en su mente, un vago recuerdo empezó a abrirse paso. Al alzar la mirada le dio un vuelvo al corazón, le faltó tiempo para recorrer la distancia que lo separaba de su viejo amigo que lo recibió sorprendido.

Más tarde ambos compañeros tomaban una copa en la terraza de un caro hotel del centro.

-Como pasa el tiempo verdad.-Dijo Dalí con aire nostálgico- Hace dos días estábamos trabajando en aquella maldita librería y míranos ahora.
-Eran otros tiempos… Y que tiempos… ¿Te acuerdas? Nuestro cigarro, nuestro café de media mañana, nuestros planes de futuro, en aquella época todo nos parecía un gran logro.

-¡Y tanto! Creíamos que estábamos haciendo algo realmente grande, aún recuerdo la forma en la que me emocionaba cuando entraba algún cliente, solo a mirar, claro-Añadió riéndose.- Y ambos soñábamos con llegar a la cima del mundo.

-¡Y ibamos a llegar, por supuesto! Pensabamos que teníamos el mundo a nuestros pies y que este no iba más allá de la plaza mayor. Es una pena que no podamos volver a esos tiempos… -Lamentó el famoso escritor.

-Con nuestros grandes proyectos… Tantas ilusiones, tantos objetivos, tantas oportunidades… Y el futuro más esperanzador que jamás pasara por mi imaginación se extendía frente a nosotros como incitándonos a seguir, alentándonos a soñar… ¿Qué paso entonces? ¿Qué fue de todo aquello?-Preguntó Dalí, a pesar de que conocía la respuesta que a decir verdad no parecía tan siquiera esperar mientras mantenía la mirada perdida en las estrellas.

-Recibiste aquella oferta de trabajo fijo en el banco… La librería poco a poco se fue a pique… Fuimos perdimos contacto y nuestros caminos se separaron… Creo que nunca podré olvidar el día que la cerraron, si he de ser sincero, no fui capaz de levantarme de la cama en una semana y la imagen de “se vende” atormentaba mis sueños.-No había rencor en su voz, pero si esbozó una mueca de dolor.-Y aún lo hace a veces…

-Sí… Fue como si todo aquel maravilloso mundo de ensueño se cayera de golpe dejando ver el gélido mundo real donde empecé a trabajar… Y lo que viene después… Bueno, como se suele decir, es historia.-Dijo Dalí con un imperceptible deje de lamento en su voz. -Pero, hay algo que no acabo de comprender… Eramos iguales, dos críos soñadores, ¿Por qué entonces hemos acabado de formas tan diferentes? Quiero decir… Mírate ahora, eres rico, famoso, viajas por todo el mundo, te casaste con la mujer que amabas, te dedicas a aquello a lo que siempre quisiste… Mientras tanto yo… No voy a decir “me pudro”, pero tengo una vida normal, llego a fin de mes y todas esas cosas, pero ¡caramba! Pagar estas vacaciones ya me da quebraderos de cabeza y desearía poder viajar por todo el mundo y no aguantar a mi jefe, el mismo que nos ofreció aquel puesto en el banco… ¿Por qué hay tanta diferencia entre nosotros?

-Creo, amigo mío, que la diferencia fue que dejaste de soñar demasiado pronto…

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