viernes, 31 de diciembre de 2010

Drowing Sorrows

Era un día mágico y de cambios, todo resultaba muy entretenido, miradas que denotaban interés, reencuentros, música, alegre griterío de fondo…
La bebida lo había vuelto todo mucho más interesante aún, durante horas mantuvo conversaciones despreocupadas y carentes de sentido o importancia, bailó, se rió, bromeó, se divirtió.

La noche trajo frío y este, nieve. Pasaba el tiempo, todo era perfecto, todo excepto él. Había aparecido a medianoche y ella era la última persona a la que esperaba encontrar, se había quedado mirándola fijamente desde el marco de la puerta, mientras retazos del pasado acudían a su memoria, surgieron demasiados sentimientos, pero primó el odio, luego se había visto arrastrado por el torrente de gente que entraba y salía.

Afuera la nieve ya había empezado a cubrir y Hallie ya se había decidido a pedirle cuentas por lo que decía de ella, se excusó ante sus amigos y fue en su busca, estaba con otra a la que solo conocía de vista, pero al verla y adivinar sus intenciones también se excusó y se fue a sentar al lado de ella. Kevin farfulló excusas acerca de los insultos que le había dirigido a sus espaldas mientras pedía más alcohol. Tras la tercera copa todo parecía menos importante, surgían sentimientos más primarios, menos elaborados, el mundo se desdibujaba a su alrededor.
-Nos vemos.- Dijo Kevin con una sonrisa pintada en la cara antes de irse.
La noche se cernía sobre ella, el paisaje dejado por la nieve resultaba hermoso a la débil luz de la luna, no atinaba a recordar nada más bello.

Había llegado al lugar, a un lado, el camino de vuelta a casa, al otro un bosque que se le antojó mágico, la excitación que suscita una aventura inminente invadía sus sentidos, -Realmente… No hay nada de malo en eso… No tengo esa clase de limitaciones- Pensó mientras se adentraba entre los árboles nevados. Algo la agarró, no era del todo desagradable, por lo que siguió avanzando, pero empezaba a sentir miedo, sentía una mano invisible asfixiándola, ¿Sería su conciencia?... … Pero ya lo había estropeado, no había marcha atrás. Sus ojos, impregnados de lágrimas, minaron la fuerza del agarre que, poco a poco, desapareció.

La lluvia se llevó la nieve, el paisaje ya no era blanco, ni puro, todo estaba embarrado y resbaladizo.

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