domingo, 28 de agosto de 2011

Nihil novum sub solem

Cuando pisamos la arena en la playa no nos paramos a pensar en el tiempo que ha sido necesario para reducir el paisaje anterior a algo tan diminuto, tampoco nos damos cuenta mientras caminamos por una ciudad del tiempo que tardaron en edificarse, nunca somos conscientes totalmente de la larguísima evolución, desde los fonemas más básicos, que ha sufrido el lenguaje hasta llegar a nosotros, utilizamos los avances tecnólogicos con total impunidad sin saber todo el esfuerzo que se esconde tras algo tan común hoy en día como un ordenador o un teléfono móvil, vemos a la gente por la calle y no podemos ni imaginar la inmensidad que se oculta en sus mentes. Y es que tendemos a olvidar que cualquier cosa, por pequeña que sea tiene un pasado enorme y único y es lo que hace que todo sea tan especial. Así, somos diminutos, sí, pero sobre hombros de gigantes.

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