Me imaginé hace unos años sosteniendo esa misma imagen en mis manos, quizás bajo ese mismo árbol. Casi me parecía verme, sonriente, seguro de mi mismo, contemplando un futuro tan amplio y luminoso como aquella calle, y por un instante me pareció que no había más fantasmas allí que los de la ausencia y la pérdida, el suyo ya no estaba, y que esa luz que me sonreía era prestada y sólo valía mientras la pudiera sostener con la mirada, segundo a segundo.
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