miércoles, 25 de diciembre de 2013

Adalid de lo imposible

Y aquí estamos, en el colmo de las complacencias haciendo que las cosas ocurran deprisa, más de lo que deberían. Cualquier tiempo pasado parece mejor frente a un efímero presente de mera concupiscencia. Quizás me haga la pregunta de hacia dónde va esto, por qué nada parece saciar este voraz apetito de cambio y quietud, qué impulsa al deseo de esta dicotomía y qué impide satisfacerlo. Sigo viendo esa imagen nuestra, ahora a la deriva, cada vez más borrosa. Aunque no parece que el viento vaya a arriar las velas a nuestro favor, la idea de seguir luchando contra el mundo suena aún demasiado seductora.

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