Era un día mágico y de cambios, todo resultaba muy entretenido, miradas que denotaban interés, reencuentros, música, alegre griterío de fondo…
La bebida lo había vuelto todo mucho más interesante aún, durante horas mantuvo conversaciones despreocupadas y carentes de sentido o importancia, bailó, se rió, bromeó, se divirtió.
La noche trajo frío y este, nieve. Pasaba el tiempo, todo era perfecto, todo excepto él. Había aparecido a medianoche y ella era la última persona a la que esperaba encontrar, se había quedado mirándola fijamente desde el marco de la puerta, mientras retazos del pasado acudían a su memoria, surgieron demasiados sentimientos, pero primó el odio, luego se había visto arrastrado por el torrente de gente que entraba y salía.
Afuera la nieve ya había empezado a cubrir y Hallie ya se había decidido a pedirle cuentas por lo que decía de ella, se excusó ante sus amigos y fue en su busca, estaba con otra a la que solo conocía de vista, pero al verla y adivinar sus intenciones también se excusó y se fue a sentar al lado de ella. Kevin farfulló excusas acerca de los insultos que le había dirigido a sus espaldas mientras pedía más alcohol. Tras la tercera copa todo parecía menos importante, surgían sentimientos más primarios, menos elaborados, el mundo se desdibujaba a su alrededor.
-Nos vemos.- Dijo Kevin con una sonrisa pintada en la cara antes de irse.
La noche se cernía sobre ella, el paisaje dejado por la nieve resultaba hermoso a la débil luz de la luna, no atinaba a recordar nada más bello.
Había llegado al lugar, a un lado, el camino de vuelta a casa, al otro un bosque que se le antojó mágico, la excitación que suscita una aventura inminente invadía sus sentidos, -Realmente… No hay nada de malo en eso… No tengo esa clase de limitaciones- Pensó mientras se adentraba entre los árboles nevados. Algo la agarró, no era del todo desagradable, por lo que siguió avanzando, pero empezaba a sentir miedo, sentía una mano invisible asfixiándola, ¿Sería su conciencia?... … Pero ya lo había estropeado, no había marcha atrás. Sus ojos, impregnados de lágrimas, minaron la fuerza del agarre que, poco a poco, desapareció.
La lluvia se llevó la nieve, el paisaje ya no era blanco, ni puro, todo estaba embarrado y resbaladizo.
viernes, 31 de diciembre de 2010
jueves, 30 de diciembre de 2010
Deja caer el velo
Cuz it´s all in your head
Atardecía en Berlín y una familia que visitaba la ciudad decidió tomar un descanso en una concurrida cafetería del centro.
Dentro un hombre de traje daba una charla acerca de su nuevo libro ante un público boquiabierto, había multitud de prensa en la sala que, a empujones, trataban de captar la atención del conferenciante que se limitaba a sonreírles cortésmente. La charla se alargó cerca de media hora más, tras lo que el escritor despareció tras una de las puertas en medio de un sinfín de aplausos.
La familia había conseguido hacerse con un buen sitio y no se encontraban en disposición de volver al hotel pronto, Dalí leía ávidamente la guía de Berlín en busca de lugares importantes que aún no hubieran visitado cuando su hijo pequeño empezó a sacudirle la manga insistentemente, señalándole a un hombre que se estaba despidiendo del dueño del bar –Es él papa, es él...- Repetía sin descanso –El hombre de las fotos.- Y en efecto, allí se encontraba el hombre que había dado la conferencia, ya sin su traje y sin luces. En un primer momento Dalí no le prestó demasiada atención y volvió a su guía, pero mientras lo hacía algo acababa de despertar en su mente, un vago recuerdo empezó a abrirse paso. Al alzar la mirada le dio un vuelvo al corazón, le faltó tiempo para recorrer la distancia que lo separaba de su viejo amigo que lo recibió sorprendido.
Más tarde ambos compañeros tomaban una copa en la terraza de un caro hotel del centro.
-Como pasa el tiempo verdad.-Dijo Dalí con aire nostálgico- Hace dos días estábamos trabajando en aquella maldita librería y míranos ahora.
-Eran otros tiempos… Y que tiempos… ¿Te acuerdas? Nuestro cigarro, nuestro café de media mañana, nuestros planes de futuro, en aquella época todo nos parecía un gran logro.
-¡Y tanto! Creíamos que estábamos haciendo algo realmente grande, aún recuerdo la forma en la que me emocionaba cuando entraba algún cliente, solo a mirar, claro-Añadió riéndose.- Y ambos soñábamos con llegar a la cima del mundo.
-¡Y ibamos a llegar, por supuesto! Pensabamos que teníamos el mundo a nuestros pies y que este no iba más allá de la plaza mayor. Es una pena que no podamos volver a esos tiempos… -Lamentó el famoso escritor.
-Con nuestros grandes proyectos… Tantas ilusiones, tantos objetivos, tantas oportunidades… Y el futuro más esperanzador que jamás pasara por mi imaginación se extendía frente a nosotros como incitándonos a seguir, alentándonos a soñar… ¿Qué paso entonces? ¿Qué fue de todo aquello?-Preguntó Dalí, a pesar de que conocía la respuesta que a decir verdad no parecía tan siquiera esperar mientras mantenía la mirada perdida en las estrellas.
-Recibiste aquella oferta de trabajo fijo en el banco… La librería poco a poco se fue a pique… Fuimos perdimos contacto y nuestros caminos se separaron… Creo que nunca podré olvidar el día que la cerraron, si he de ser sincero, no fui capaz de levantarme de la cama en una semana y la imagen de “se vende” atormentaba mis sueños.-No había rencor en su voz, pero si esbozó una mueca de dolor.-Y aún lo hace a veces…
-Sí… Fue como si todo aquel maravilloso mundo de ensueño se cayera de golpe dejando ver el gélido mundo real donde empecé a trabajar… Y lo que viene después… Bueno, como se suele decir, es historia.-Dijo Dalí con un imperceptible deje de lamento en su voz. -Pero, hay algo que no acabo de comprender… Eramos iguales, dos críos soñadores, ¿Por qué entonces hemos acabado de formas tan diferentes? Quiero decir… Mírate ahora, eres rico, famoso, viajas por todo el mundo, te casaste con la mujer que amabas, te dedicas a aquello a lo que siempre quisiste… Mientras tanto yo… No voy a decir “me pudro”, pero tengo una vida normal, llego a fin de mes y todas esas cosas, pero ¡caramba! Pagar estas vacaciones ya me da quebraderos de cabeza y desearía poder viajar por todo el mundo y no aguantar a mi jefe, el mismo que nos ofreció aquel puesto en el banco… ¿Por qué hay tanta diferencia entre nosotros?
-Creo, amigo mío, que la diferencia fue que dejaste de soñar demasiado pronto…
Atardecía en Berlín y una familia que visitaba la ciudad decidió tomar un descanso en una concurrida cafetería del centro.
Dentro un hombre de traje daba una charla acerca de su nuevo libro ante un público boquiabierto, había multitud de prensa en la sala que, a empujones, trataban de captar la atención del conferenciante que se limitaba a sonreírles cortésmente. La charla se alargó cerca de media hora más, tras lo que el escritor despareció tras una de las puertas en medio de un sinfín de aplausos.
La familia había conseguido hacerse con un buen sitio y no se encontraban en disposición de volver al hotel pronto, Dalí leía ávidamente la guía de Berlín en busca de lugares importantes que aún no hubieran visitado cuando su hijo pequeño empezó a sacudirle la manga insistentemente, señalándole a un hombre que se estaba despidiendo del dueño del bar –Es él papa, es él...- Repetía sin descanso –El hombre de las fotos.- Y en efecto, allí se encontraba el hombre que había dado la conferencia, ya sin su traje y sin luces. En un primer momento Dalí no le prestó demasiada atención y volvió a su guía, pero mientras lo hacía algo acababa de despertar en su mente, un vago recuerdo empezó a abrirse paso. Al alzar la mirada le dio un vuelvo al corazón, le faltó tiempo para recorrer la distancia que lo separaba de su viejo amigo que lo recibió sorprendido.
Más tarde ambos compañeros tomaban una copa en la terraza de un caro hotel del centro.
-Como pasa el tiempo verdad.-Dijo Dalí con aire nostálgico- Hace dos días estábamos trabajando en aquella maldita librería y míranos ahora.
-Eran otros tiempos… Y que tiempos… ¿Te acuerdas? Nuestro cigarro, nuestro café de media mañana, nuestros planes de futuro, en aquella época todo nos parecía un gran logro.
-¡Y tanto! Creíamos que estábamos haciendo algo realmente grande, aún recuerdo la forma en la que me emocionaba cuando entraba algún cliente, solo a mirar, claro-Añadió riéndose.- Y ambos soñábamos con llegar a la cima del mundo.
-¡Y ibamos a llegar, por supuesto! Pensabamos que teníamos el mundo a nuestros pies y que este no iba más allá de la plaza mayor. Es una pena que no podamos volver a esos tiempos… -Lamentó el famoso escritor.
-Con nuestros grandes proyectos… Tantas ilusiones, tantos objetivos, tantas oportunidades… Y el futuro más esperanzador que jamás pasara por mi imaginación se extendía frente a nosotros como incitándonos a seguir, alentándonos a soñar… ¿Qué paso entonces? ¿Qué fue de todo aquello?-Preguntó Dalí, a pesar de que conocía la respuesta que a decir verdad no parecía tan siquiera esperar mientras mantenía la mirada perdida en las estrellas.
-Recibiste aquella oferta de trabajo fijo en el banco… La librería poco a poco se fue a pique… Fuimos perdimos contacto y nuestros caminos se separaron… Creo que nunca podré olvidar el día que la cerraron, si he de ser sincero, no fui capaz de levantarme de la cama en una semana y la imagen de “se vende” atormentaba mis sueños.-No había rencor en su voz, pero si esbozó una mueca de dolor.-Y aún lo hace a veces…
-Sí… Fue como si todo aquel maravilloso mundo de ensueño se cayera de golpe dejando ver el gélido mundo real donde empecé a trabajar… Y lo que viene después… Bueno, como se suele decir, es historia.-Dijo Dalí con un imperceptible deje de lamento en su voz. -Pero, hay algo que no acabo de comprender… Eramos iguales, dos críos soñadores, ¿Por qué entonces hemos acabado de formas tan diferentes? Quiero decir… Mírate ahora, eres rico, famoso, viajas por todo el mundo, te casaste con la mujer que amabas, te dedicas a aquello a lo que siempre quisiste… Mientras tanto yo… No voy a decir “me pudro”, pero tengo una vida normal, llego a fin de mes y todas esas cosas, pero ¡caramba! Pagar estas vacaciones ya me da quebraderos de cabeza y desearía poder viajar por todo el mundo y no aguantar a mi jefe, el mismo que nos ofreció aquel puesto en el banco… ¿Por qué hay tanta diferencia entre nosotros?
-Creo, amigo mío, que la diferencia fue que dejaste de soñar demasiado pronto…
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Vámonos a California...
“Hay un momento y un lugar para todo, pero los momentos pasan y los lugares quedan vacíos”
Yo solamente sé que, a pesar de las adversidades, uno puede levantarse cada día y luchar, porque por cada golpe recibido, habrá un gesto de una persona, gestos que hagan que cada día cuente. Sze
¿Y que pasa por que hoy nos retiremos? Nadie es quien para meterse en ello, por que mañana, nos comeremos el mundo.
Yo solamente sé que, a pesar de las adversidades, uno puede levantarse cada día y luchar, porque por cada golpe recibido, habrá un gesto de una persona, gestos que hagan que cada día cuente. Sze
¿Y que pasa por que hoy nos retiremos? Nadie es quien para meterse en ello, por que mañana, nos comeremos el mundo.
domingo, 31 de octubre de 2010
It was easy to learn, hard to forget and impossible to forgive
Estaba tocando el piano, sus ancianos dedos, torcidos ya por la costumbre, recorrían el instrumento libres de errores. Mientras cerraba los ojos creía ser capaz de sentir como otra mano acompañaba a la suya en única armonía, esto le hacía esbozar una tonta sonrisa de complacencia, pero al abrirlos, su rostro se volvía melancólico, al volver a cerrarlos, creía sentía su presencia, las promesas de una larga vida se tornaban en palpables, su cálido aliento acariciaba su cara una vez más, era volver en el tiempo. Gritaba en silencio se quedara, mas en silencio el espejismo le dejaba. No era capaz de dejar de tocar aquella melodía, que no hacía más que atormentarle, devolverle a un pseudo-pasado, a vivir una vida que se perdió, junto a la persona que amó.
Por eso, escribió aquello, aquello de que nunca puedes dejar lo que quieres irse sea lo que sea, de la forma que sea, por que entonces, quizá la vida no sea vida y no merezca la pena como tal. Lo escrito inundaba las paredes del teatro y, a su percepción, música y letras se unían en la mente formando otro concepto, algo diferente para lo que no existe acepción y que esta por encima del conocimiento humano.
Por eso, escribió aquello, aquello de que nunca puedes dejar lo que quieres irse sea lo que sea, de la forma que sea, por que entonces, quizá la vida no sea vida y no merezca la pena como tal. Lo escrito inundaba las paredes del teatro y, a su percepción, música y letras se unían en la mente formando otro concepto, algo diferente para lo que no existe acepción y que esta por encima del conocimiento humano.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Tierra.
Destinados a estar ligados a la tierra, que nos saca del sueño de la sin razón, que siempre estuvo ahí. Aunque cubierta por la niebla, si te caes te sujeta.
Eran un maldito puñado de ilusiones, pero me hacían feliz.
Y ahora, el tiempo corre.
Eran un maldito puñado de ilusiones, pero me hacían feliz.
Y ahora, el tiempo corre.
jueves, 12 de agosto de 2010
La playa negra
La tenue luz de luna iluminaba la cala en la que se encontraban, las nubes permitían pasar luz suficiente para adivinar la negra arena cuyo relucir se antojaba plateado en esos momentos debajo de montones de basuras acumulados aquí y allá.
Conforme avanzaba la noche, el lugar iba siendo cubierto por un manto de silencio que solo rompía el mar. En la oscuridad, al ritmo de un cuentagotas, iban desapareciendo las parejas, las horas se sucedían las unas a las otras lenta y cansadamente.
La mirada, ciega, fija en la inmensidad. Era difícil ponerse en la situación de otra persona, la noche había dejado a las claras que lo que para alguno era atrocidad para otro era un hecho sin importancia al que podía mirar con indiferencia. Las necesidades… ¿Realmente necesitaba la gente que desaparecía en la oscuridad a su alrededor aquello que buscaban? ¿Sabían lo que estaban haciendo? Quice años atrás ninguno habría precisado aquello a lo que se aferraba ahora, de niños muchas preocupaciones actuales no eran ni tan siquiera concebibles, por toda compañía servía un juguete y las ataduras eran de otra clase.
Un juego iniciado a kilómetros de allí estaba alterando seriamente una pequeña parte de la playa, que no pudo más que cortar la necesidad. Horas después amanecería y el tiempo para vagar por la mente había empezado.
Correr hasta quedar sin aliento llega a ser una sensación realmente gratificante, te hace sentir vivo
Conforme avanzaba la noche, el lugar iba siendo cubierto por un manto de silencio que solo rompía el mar. En la oscuridad, al ritmo de un cuentagotas, iban desapareciendo las parejas, las horas se sucedían las unas a las otras lenta y cansadamente.
La mirada, ciega, fija en la inmensidad. Era difícil ponerse en la situación de otra persona, la noche había dejado a las claras que lo que para alguno era atrocidad para otro era un hecho sin importancia al que podía mirar con indiferencia. Las necesidades… ¿Realmente necesitaba la gente que desaparecía en la oscuridad a su alrededor aquello que buscaban? ¿Sabían lo que estaban haciendo? Quice años atrás ninguno habría precisado aquello a lo que se aferraba ahora, de niños muchas preocupaciones actuales no eran ni tan siquiera concebibles, por toda compañía servía un juguete y las ataduras eran de otra clase.
Un juego iniciado a kilómetros de allí estaba alterando seriamente una pequeña parte de la playa, que no pudo más que cortar la necesidad. Horas después amanecería y el tiempo para vagar por la mente había empezado.
Correr hasta quedar sin aliento llega a ser una sensación realmente gratificante, te hace sentir vivo
miércoles, 21 de julio de 2010
Senderos
Este mundo esta repleto de caminos, unos suben, otros bajan, los hay que solamente siguen líneas rectas, están los anchos y los que se confunden con la nada, los hay rosas y los hay negros, los hay accidentados, incluso resbaladizos, todos son distintos, todos son iguales.
El nexo que los une es que siguen el mismo sinuoso e inalterable camino hacia delante de la mano del tiempo, sin garantías, sin una mera señal, sin la certeza de saber qué habrá después.
Todo radica en superar los baches del terreno y seguir adelante, sabiendo siempre mirar hacia atrás. A veces pasa que los caminos se unen, que unos lazos atan a un camino y otro sin un motivo objetivo aparente.
Los caminos tocan a su fin y no merece la pena intentar trazar el camino que seguirían de haber continuado, no conduciría más allá del sufrimiento, sería una simple llamada a una melancolía no merecida, no obstante, el camino recorrido seguirá siempre ahí, para quien sepa mirarlo, donde se marcarán claramente las huellas de su caminante para todos aquellos que lo contemplaron y quieran echar un vistazo al pasado.
Todo camino tiene un fin, pero ello no significa se haya acabado.
Para quien sepa mirar…
El nexo que los une es que siguen el mismo sinuoso e inalterable camino hacia delante de la mano del tiempo, sin garantías, sin una mera señal, sin la certeza de saber qué habrá después.
Todo radica en superar los baches del terreno y seguir adelante, sabiendo siempre mirar hacia atrás. A veces pasa que los caminos se unen, que unos lazos atan a un camino y otro sin un motivo objetivo aparente.
Los caminos tocan a su fin y no merece la pena intentar trazar el camino que seguirían de haber continuado, no conduciría más allá del sufrimiento, sería una simple llamada a una melancolía no merecida, no obstante, el camino recorrido seguirá siempre ahí, para quien sepa mirarlo, donde se marcarán claramente las huellas de su caminante para todos aquellos que lo contemplaron y quieran echar un vistazo al pasado.
Todo camino tiene un fin, pero ello no significa se haya acabado.
Para quien sepa mirar…
lunes, 31 de mayo de 2010
When I come around
Dos niños jugaban en la vieja avenida, aún muy solitaria por aquél entonces. Pero ellos no necesitaban más, allí tenían todo de cuanto precisaban para ser felices.
-¡Apuesto a que llego antes que tú!- Dijo él sonriente.
-¡Eso ni en broma!- Le contestó ella desafiante.
Los dos se colocaron sobre el desdibujado paso de cebra, listos para emplear todas sus fuerzas en la pequeña carrera. Tras la cuenta atrás salieron a la máxima velocidad que les permitían sus cortas piernas, él llevaba ventaja, pues era algo mayor que ella, pero en un momento de despiste miró atrás para ver cuan rezagada iba su amiga, este error fatal hizo que no viera la inoportuna piedra que le llevó de bruces contra el suelo levantándole la piel del antebrazo, la sangre no se hizo de rogar y empezó a brotar como si de un manantial se tratase, con lagrimas en los ojos esperó a que su amiga fuera en su ayuda, mas, cuando levantó la mirada, solo pudo ver como ella le adelantaba, sonriente, hacia la meta.
-¡Apuesto a que llego antes que tú!- Dijo él sonriente.
-¡Eso ni en broma!- Le contestó ella desafiante.
Los dos se colocaron sobre el desdibujado paso de cebra, listos para emplear todas sus fuerzas en la pequeña carrera. Tras la cuenta atrás salieron a la máxima velocidad que les permitían sus cortas piernas, él llevaba ventaja, pues era algo mayor que ella, pero en un momento de despiste miró atrás para ver cuan rezagada iba su amiga, este error fatal hizo que no viera la inoportuna piedra que le llevó de bruces contra el suelo levantándole la piel del antebrazo, la sangre no se hizo de rogar y empezó a brotar como si de un manantial se tratase, con lagrimas en los ojos esperó a que su amiga fuera en su ayuda, mas, cuando levantó la mirada, solo pudo ver como ella le adelantaba, sonriente, hacia la meta.
viernes, 30 de abril de 2010
Infierno sostenido
La hoja del cuchillo acariciaba su piel, no había sido consciente del peligro que le acechaba hasta hacía muy poco y se había percatado de ello transversalmente, casi por error, la mano que sujetaba firmemente el cuchillo creía estar aún en la sombra, pero la hoja ya había rozado su piel y el veneno se extendía por todo su cuerpo, era un dolor inhumano, inaguantable, insostenible… y no atinaba a recuperar su cuchillo.
No iba a morir, pero quedaría cicatriz, maldijo el día en él que entregó su cuchillo.
No iba a morir, pero quedaría cicatriz, maldijo el día en él que entregó su cuchillo.
jueves, 18 de marzo de 2010
Ocaso
El que iba a ser el día más largo del resto de su vida estaba tocando a su fin, habían nacido y habían muerto demasiadas cosas ese día, ahora tan sólo quedaban las cenizas de todo aquello cuanto había ardido.
Al final el heraldo enamorado no se había equivocado en sus vaticinios, estaba terminando.
Las corazas que portaron en un principio se habían ido desprendiendo y quedando en el olvido, ahora trataban en vano de procurarse otras que ardían sin que pudieran hacer nada por evitarlo.
Miraba pensativo el arma que sostenía en las manos, tenía numerosas fisuras y manchas negruzcas de sangre seca, así como así como trozos que se estaban pulverizando ante su atónita mirada, pero lo que más destacaba eran los hilillos de sangre fresca que manaban aún del artefacto, era evidente que se había estropeado su mecánica, a pesar de ello, seguía poseyendo un temible poder.
Definitivamente, no lo entendía. Había demasiado de extraño en aquello, pero había sido así desde el principio.
Ya sólo esperaban la estocada final, que no hacía sino retrasarse y los intentos por forzar esta habían sido vanos por el miedo a que ocurriera de verdad. Los espadachines estaban alineados, preparados para lanzar el golpe de gracia y, aún con la victoria asegurada, dudaban. Ninguno daba el primer paso.
Mientras cavilaba, el arma había acabado de consumirse, todo aquello cuanto ardió se arremolinó en torno a ellos y fue a dar a el baúl de los recuerdos en forma de cenizas, esperando a ser sopladas.
El día se había consumado y sus sucesos estaban condenados al olvido.
Al final el heraldo enamorado no se había equivocado en sus vaticinios, estaba terminando.
Las corazas que portaron en un principio se habían ido desprendiendo y quedando en el olvido, ahora trataban en vano de procurarse otras que ardían sin que pudieran hacer nada por evitarlo.
Miraba pensativo el arma que sostenía en las manos, tenía numerosas fisuras y manchas negruzcas de sangre seca, así como así como trozos que se estaban pulverizando ante su atónita mirada, pero lo que más destacaba eran los hilillos de sangre fresca que manaban aún del artefacto, era evidente que se había estropeado su mecánica, a pesar de ello, seguía poseyendo un temible poder.
Definitivamente, no lo entendía. Había demasiado de extraño en aquello, pero había sido así desde el principio.
Ya sólo esperaban la estocada final, que no hacía sino retrasarse y los intentos por forzar esta habían sido vanos por el miedo a que ocurriera de verdad. Los espadachines estaban alineados, preparados para lanzar el golpe de gracia y, aún con la victoria asegurada, dudaban. Ninguno daba el primer paso.
Mientras cavilaba, el arma había acabado de consumirse, todo aquello cuanto ardió se arremolinó en torno a ellos y fue a dar a el baúl de los recuerdos en forma de cenizas, esperando a ser sopladas.
El día se había consumado y sus sucesos estaban condenados al olvido.
domingo, 28 de febrero de 2010
Otherside Othertime
-Tienes que aceptarlo.
-¿Qué pasa si no quiero?
-No es una opción. Al igual que un principio, todo tiene un fin. Debes entenderlo, la comprensión es el camino a la aceptación, solo así lo superarás.
Si te pones en pie sufrirás más y es seguro que lo pasarás mucho peor y que te harás daño, pero si sigues lamentándote por el pasado y lo que ya no esta, te consumirás.
Todo sigue su curso natural, cuando algo acaba, algo empieza, es tiempo para el recuerdo y para contemplar el esplendor de lo nuevo, para echar la vista atrás y sonreír, el viaje continua y habrá muchas más piedras en el camino a sortear, pero podrás hacerlo, se te prepara para ello, no cabe duda de que todos seguiremos ese maravilloso sendero que es la vida y que no lo haremos solos.
Hoy ves morir a quién te vio nacer, aquel que depositó sus esperanzas en ti, estoy seguro de que lo honraras.
-¿Qué pasa si no quiero?
-No es una opción. Al igual que un principio, todo tiene un fin. Debes entenderlo, la comprensión es el camino a la aceptación, solo así lo superarás.
Si te pones en pie sufrirás más y es seguro que lo pasarás mucho peor y que te harás daño, pero si sigues lamentándote por el pasado y lo que ya no esta, te consumirás.
Todo sigue su curso natural, cuando algo acaba, algo empieza, es tiempo para el recuerdo y para contemplar el esplendor de lo nuevo, para echar la vista atrás y sonreír, el viaje continua y habrá muchas más piedras en el camino a sortear, pero podrás hacerlo, se te prepara para ello, no cabe duda de que todos seguiremos ese maravilloso sendero que es la vida y que no lo haremos solos.
Hoy ves morir a quién te vio nacer, aquel que depositó sus esperanzas en ti, estoy seguro de que lo honraras.
domingo, 31 de enero de 2010
Dame tu secreto, entrégame tu libertad
La lluvia caía silenciosa en la pequeña ciudad azotada por los rayos, había tormenta.
Los rayos formaban extrañas sombras en las fachadas de los edificios, Lin empezaba a creer que no había escogido un buen día para lo que se disponía a hacer, pero, ¿Acaso existía un momento adecuado para algo así? El rugido de los truenos era ensordecedor, las sombras en la noche, aterradoras, estaba asustado. Ya estaba en el ruinoso y abandonado edificio que había fijado como punto de destino, lo contempló unos segundos desde el exterior, pero la fuerte lluvia y la oscuridad de la noche le impedían verlo con claridad, no importaba, conocía cada recoveco de ese lugar. Pensó que era irónico que fuese justo allí, pero había ya tantas ironías en su vida…
Subió las escaleras lentamente, no tenía prisa. La luz de los rayos se colaba por las ventanas rotas y, aunque en otras condiciones probablemente habría tenido miedo y vuelto corriendo a casa, ya había tomado una decisión.
Su mirada vagaba por el derruido lugar, muchos recuerdos acudieron a su mente, de niño había jugado mucho allí, otros tiempos, otras preocupaciones, su vida transcurría tranquila y sin problemas por aquel entonces.
Silencio. Se paró, le había parecido oír algo. Probablemente no fuera nada, siguió avanzando.
Durante su ascensión vislumbraba de cuando en cuando la ciudad que le había visto crecer, se preguntó cuantos cientos de cosas estaban pasando allí, cuantas tragedias y cuantas alegrias estarían viviendo sus ciudadanos, todo cuanto en una pequeña, mediana o gran ciudad, podía ocurrir.
Estaba en la azotea. Delante suyo, el juramento que había hecho hacía ya un año, un año en el que todo se estropeó, debajo de este, el juramento que le había hecho a un amigo años atrás, todo parecía muy lejano e inocente. De golpe, los trágicos sucesos de las últimas semanas acudieron a su mente clavándosele como el primer día, calló al suelo mientras las lágrimas fluían por su cara, confundiéndose con la lluvía, ¿Qué había hecho? ¿En qué había estado pensando todo ese tiempo? Su espalda volvía a sangrar, pero aún no era suficiente, aún no había pagado. Podía ver la calle, 6 pisos más abajo, sólo necesitaba un ligero empujón, algo que lo impulsara al vacío, pero estaba solo, completamente solo y solo tenía 15 años, no entendía por que él tenía que tomar esas decisiones y sobrellevar una carga como aquella, no era justo, o bueno, tal vez sí.
Calló un rayo, el trueno hizo temblar todo, incluido él, dándole el empujón que necesitaba. Mientras se precepitaba oyó un grito y un crujido, pero la lluvía confundía los sonidos, también creyó ver una figura de pelo largo asomarse por la azotea, pero realmente, ya nada importaba, había pagado.
Se despertó con el rostro perlado por el sudor, habían pasado ya dos años,¿Le iba a perseguir eternamente? A su lado, una mirada preocupada. Lo superaría.
Los rayos formaban extrañas sombras en las fachadas de los edificios, Lin empezaba a creer que no había escogido un buen día para lo que se disponía a hacer, pero, ¿Acaso existía un momento adecuado para algo así? El rugido de los truenos era ensordecedor, las sombras en la noche, aterradoras, estaba asustado. Ya estaba en el ruinoso y abandonado edificio que había fijado como punto de destino, lo contempló unos segundos desde el exterior, pero la fuerte lluvia y la oscuridad de la noche le impedían verlo con claridad, no importaba, conocía cada recoveco de ese lugar. Pensó que era irónico que fuese justo allí, pero había ya tantas ironías en su vida…
Subió las escaleras lentamente, no tenía prisa. La luz de los rayos se colaba por las ventanas rotas y, aunque en otras condiciones probablemente habría tenido miedo y vuelto corriendo a casa, ya había tomado una decisión.
Su mirada vagaba por el derruido lugar, muchos recuerdos acudieron a su mente, de niño había jugado mucho allí, otros tiempos, otras preocupaciones, su vida transcurría tranquila y sin problemas por aquel entonces.
Silencio. Se paró, le había parecido oír algo. Probablemente no fuera nada, siguió avanzando.
Durante su ascensión vislumbraba de cuando en cuando la ciudad que le había visto crecer, se preguntó cuantos cientos de cosas estaban pasando allí, cuantas tragedias y cuantas alegrias estarían viviendo sus ciudadanos, todo cuanto en una pequeña, mediana o gran ciudad, podía ocurrir.
Estaba en la azotea. Delante suyo, el juramento que había hecho hacía ya un año, un año en el que todo se estropeó, debajo de este, el juramento que le había hecho a un amigo años atrás, todo parecía muy lejano e inocente. De golpe, los trágicos sucesos de las últimas semanas acudieron a su mente clavándosele como el primer día, calló al suelo mientras las lágrimas fluían por su cara, confundiéndose con la lluvía, ¿Qué había hecho? ¿En qué había estado pensando todo ese tiempo? Su espalda volvía a sangrar, pero aún no era suficiente, aún no había pagado. Podía ver la calle, 6 pisos más abajo, sólo necesitaba un ligero empujón, algo que lo impulsara al vacío, pero estaba solo, completamente solo y solo tenía 15 años, no entendía por que él tenía que tomar esas decisiones y sobrellevar una carga como aquella, no era justo, o bueno, tal vez sí.
Calló un rayo, el trueno hizo temblar todo, incluido él, dándole el empujón que necesitaba. Mientras se precepitaba oyó un grito y un crujido, pero la lluvía confundía los sonidos, también creyó ver una figura de pelo largo asomarse por la azotea, pero realmente, ya nada importaba, había pagado.
Se despertó con el rostro perlado por el sudor, habían pasado ya dos años,¿Le iba a perseguir eternamente? A su lado, una mirada preocupada. Lo superaría.
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